QUE CAMINAR SEA CÓMODO Y SEGURO PARA TODAS LAS PERSONAS
Sergio Andrade-Ochoa
@rat_inside
En el marco de la 8va Semana Mundial de la Seguridad Vial, es urgente recordar que caminar es la forma más elemental y universal de movilidad. En México, millones de personas caminan todos los días no por elección, sino por necesidad. De acuerdo con la Encuesta Origen-Destino del INEGI (2018), el 30% de los viajes diarios en zonas urbanas se realizan completamente a pie, mientras que entre 35% y 45% de los trayectos que se realizan en transporte público incluye traslados a pie y en si, casi todos los trayectos, incluso los que incluyen transporte motorizado privado, comienzan o terminan caminando.
Caminar es una actividad profundamente desigual. Quienes más caminan son también quienes tienen menos acceso a alternativas de movilidad: niñas, niños, personas adultas mayores, mujeres, personas con discapacidad y quienes viven en situación de pobreza. Según el CONEVAL (2022), el 36.3% de la población mexicana vive en situación de pobreza, lo que limita sus opciones de transporte y los expone a mayores riesgos al desplazarse a pie. Además, los entornos urbanos en México suelen estar diseñados para el flujo continúo de automóviles, no para el confort, la seguridad y la accesibilidad de las personas.
Entre los principales obstáculos para caminar con seguridad y dignidad se encuentran banquetas en mal estado, intersecciones sin señalización adecuada, ausencia de rampas o mobiliario urbano y la imposición de puentes peatonales como única opción para cruzar vialidades. Aunque se presentan como una solución de seguridad, los puentes peatonales en realidad trasladan la responsabilidad de evitar siniestros viales a las personas que caminan, obligándolas a recorrer distancias mayores, subir escaleras, cargar carreolas o sortear barreras físicas, lo que puede resultar excluyente o intransitable para muchas personas (Andrade-Ochoa et al., 2022). Estudios han demostrado que cuando las calles se diseñan desde una lógica de prioridad peatonal —como cruces a nivel con señalización y tiempos semafóricos adecuados— disminuyen los atropellamientos y se mejora la calidad del espacio público (Galanis et al., 2017; Hussain et al., 2023).

Promover la caminabilidad es una cuestión de derechos humanos. El derecho a la ciudad incluye la posibilidad de habitar y moverse con seguridad, comodidad y autonomía en el espacio público, sin que la edad, el género, la condición física o el nivel socioeconómico sean un impedimento. Desde esta perspectiva, garantizar entornos caminables significa asegurar el derecho a la salud, a la educación, al trabajo y a la vida digna.
Las políticas de seguridad vial deben enfocarse en transformar nuestras ciudades para que caminar no sea una actividad riesgosa ni sacrificada. Esto implica invertir en banquetas accesibles, cruces seguros, iluminación adecuada, reducción de velocidades vehiculares y diseño urbano centrado en las personas. La 8va Semana Mundial de la Seguridad Vial nos invita a preguntarnos: ¿qué pasaría si diseñáramos nuestras ciudades pensando primero en quienes caminan?
Construir espacios caminables es una deuda social y una oportunidad para avanzar hacia una movilidad más equitativa, saludable y humana. Porque todas las personas, en algún momento del día, somos peatones.
Referencias:
Galanis, A., Botzoris, G., & Eliou, N. (2017). Pedestrian road safety in relation to urban road type and traffic flow. Transportation research procedia, 24, 220-227.
Hussain, Q., Alhajyaseen, W. K., Kharbeche, M., & Almallah, M. (2023). Safer pedestrian crossing facilities on low-speed roads: Comparison of innovative treatments. Accident Analysis & Prevention, 180, 106908.
Andrade Ochoa, S., & Chaparro Gómez, V. I. (2022). Relación cuantitativa entre atropellamientos y puentes peatonales en Chihuahua, México. Revista Invi, 37(106), 121-148.
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