CIUDAD PARA TODAS LAS PERSONAS

Erick Cisneros

 Por más simple que parezca, el futuro lo construimos mediante nuestras acciones cotidianas, abonamos a un trayecto de vida personal y al entorno donde interactuamos. Que tal esa sensación de movernos rápido en la vida, cuando recordamos, a veces con nostalgia, que en un abrir y cerrar de ojos dejamos atrás la etapa de la infancia donde con emoción descubríamos el mundo cada vez más lejos de nuestra base. Casi sin darnos cuenta fuimos integrando elementos para movernos; caminando, andando en bici, usando el transporte público y otros.

Vaya que nos movemos rápido en estos tiempos, nos encontramos a menos de un lustro de llegar al 2030. Se cumplen 15 años de plantearse a nivel global una serie de objetivos para mejorar las condiciones del entorno en el que las personas se desenvuelven (Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, impulsada por la ONU). Una visión retadora y multidimensional para la cual nos gustaría un balance positivo con resultados en la vida cotidiana de las personas. ¿Qué tal una ciudad más humana e incluyente? ¿Lo estamos logrando?

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Con estas dos premisas, valdría la pena pensar lo que se avista para las infancias. Si bien nos movemos rápido en el tiempo y espacio, no parece que sea de forma tan libre, así como se plantea en los modelos aspiracionales. Al igual que todas las personas, las niñas y los niños tienen derecho a la ciudad, más allá de un espacio donde habitar, sino un entorno accesible, seguro e incluyente, apto para desarrollarse de forma íntegra, de acuerdo con sus capacidades. No tenemos las mejores condiciones y es importante plantearnos cuáles son esas acciones que, desde nuestra posición, llevamos a cabo para que el presente y futuro sean diferentes.

En el mundo de las bicis, algo que me apasiona, se alcanza a avistar un vacío para con el desarrollo. La bicicleta fue un juguete y en algún momento quedó atrás, años más tarde lo retomamos como medio de transporte y una herramienta de transformación, como fue mi caso. Algo similar pasa con las infancias y el derecho legitimo a la ciudad en la vida diaria, cuando se relegan a ser solo espectadores de las dinámicas de la ciudad, sus opiniones y sentires poco son considerados bajo el argumento “son niñ@s”. Sucede desde las cosas simples, como cuando alguien llega a algún sitio y el saludo lo dirige sólo a personas adultas. Asumimos que están jugando en la calle con su bici cuando tal vez se están trasladando para cumplir algún compromiso importante, igual que una persona adulta.

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Con estas líneas abro la invitación a pensar sobre las acciones diarias que llevamos a cabo, o no, para reconocer a las niñas y niños en la ciudad. Cuanto nos detenemos a explicarles más allá de las reglas que se supone debemos cumplir, que no es algo que se debe cumplir porque sí, sino que podría ser la diferencia entre volver a casa o no. Que pensar y actuar cuidando a otras y otros es cuidarse uno mismo cuando hablamos de interactuar en la ciudad.

Muy interesante pensar en las infancias y su potencial, así como las bicis, pueden ser un juguete y al mismo una herramienta para mejorar el mundo de conocemos…

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